jueves, 27 de noviembre de 2025

DESHACER LA AUSENCIA: CRÓNICAS DE UN DEVENIR



DESHACER  LA AUSENCIA: CRÓNICAS DE UN DEVENIR

Artistas: Adriana Sibio y Ester Szlit

Curadora: Arieta Naftal


POÉTICAS TEXTILES


     En esta oportunidad el encuentro de amigas que realizamos en el marco de esta muestra, nos sacudió, pero también nos fortaleció. Hablar de la ausencia, nos conduce a la época más oscura de nuestro país, pero también nos lleva a pensar en la memoria selectiva de todo un pueblo.

     Pensemos la ausencia no como vacío, sino como fibra. Como un hilo deshilachado cuyo corte deja ver la estructura interna del tejido. En el campo de las artes visuales, en particular en la disciplina de lo textil,  la ausencia no se concibe como desaparición absoluta, sino como un intervalo visible, amado, un acto  que expone tanto la violencia del desgarramiento como la potencia de la reparación. Como sugiere Anni Albers  (1965), “toda tela es al mismo tiempo presencia de materia y memoria del gesto que la produjo”. Ese doble carácter nos permite pensar la desaparición de los cuerpos, de las narrativas, de presencias sociales, como una operación sobre la textura colectiva.

     En Argentina, donde la memoria de las desapariciones  entretejen nuevas formas de exclusión y violencia, la metáfora textil adquiere una densidad singular. Disolver la ausencia implica, entonces, comprenderla como un estado transitorio: una fibra suspendida que puede volver a anudarse. 

     Dentro del imaginario poético y artístico, la desaparición opera como un desgarro deliberado, una acción que arranca un fragmento del tejido social. Esta narrativa visual se materializa en una gran instalación en el centro de la sala.

     En la otra pared nos encontramos con una fuerte presencia de lo ausente, la que cobra presencia no solo en la corporalidad de esos cuellos de camisas sin cuerpos, sino también en su identidad. Donde su sombra potencia el relato, la  que opera como sujetos de esa  tela que alguna vez rozó una respiración, un nombre, un movimiento cotidiano, un abrazo, un llanto. Allí, donde el botón se funde en el ojal  queda suspendido el gesto mínimo de existir.

     Hay cuellos que quedaron sin cuerpo, con una narrativa interrumpida. En ellos se posa el silencio con una lealtad obstinada. Cada borde doblado es una página que nunca se terminó de escribirse; cada costura es la sombra de un nombre que ya no responde, pero está allí y dice presente.


     Esas sombras textiles, construidas entre la tela y la memoria, dibujan contra el muro la forma precaria de un alguien que falta. El algodón recuerda lo que la historia intenta olvidar: que un cuerpo es más que materia, es un espacio sostenido por el mundo.

     Así, el cuello cobra protagonismo, se vuelve  testigo de sí mismo. Es una  huella que arde y en ella  los nombres de los desaparecidos que vuelven a pronunciarse, no con voz, sino con la dignidad que le concede la tela, la que aún guarda su forma.

Este desgarro no pertenece únicamente al pasado: vuelve a activarse cada vez que una persona es sustraída del tejido social por prácticas de violencia institucional, precarización extrema o silencios inexplicables. La figura del desaparecido, en democracia, opera como un recordatorio de ese deshilachamiento que puede reanudarse en cualquier punto del paño colectivo, puede volver a cobrar fuerza, a resonar en cada espacio donde transitamos.

     La estética textil permite visualizar ese proceso con precisión: cada ausencia es un hueco que resuena, una tensión que no cesa de reclamar.

     Disolver la ausencia no significa borrarla: significa intervenirla. En términos textiles, disolver es modificar el espesor de una fibra, desatar un nudo, expandir un borde, permitir que lo velado emerja en gradaciones de luz. Las artistas han mostrado que la fragilidad, el hilo suelto y el gesto manual pueden funcionar como un lenguaje poético y real de nuestra historia. 

     En este sentido, la acción de coser, zurcir o bordar, puede comprenderse como un acto político de restitución simbólica. Cada puntada es una afirmación de continuidad frente a la fractura.

     Por otro lado, están  las mujeres de los comedores, las grandes  tejedoras de esos enormes territorios.

     En los márgenes urbanas, donde la trama social suele volverse más fina y vulnerable, las mujeres que sostienen estos espacios  comunitarios se convierten en verdaderas maestras del textil social. En sus prácticas cotidianas, preparar alimentos, organizan redes solidarias, constituyen una forma de tejido comunitario.

     Son las que resisten, las que trabajan todos los días sobre los bordes desgastados: anudan vínculos, zurcen carencias.

     Estas mujeres hacen de la presencia un oficio: su persistencia erosiona la ausencia, la transforma, la desactiva. Allí donde el Estado se retira y los huecos se multiplican, la labor de ellas  aparece como un bordado paciente, el que afirma que la comunidad sigue viva.

     Desde una perspectiva estética, el trabajo que realizan puede leerse como una instalación viva: una obra relacional que se despliega en el territorio, cuyo material principal es la vida compartida. El comedor es un telar colectivo. Cada gesto es una puntada. Cada plato servido, un hilo que evita que alguien quede por fuera de ese día.  

     Son ellas, las enormes  protagonistas de esta historia, las artistas visibilizan su labor porque saben que son las verdaderas heroínas las que resisten, quienes le otorgan sentido a ese territorio. Son las que rehacen  el tejido todas las mañanas, las que amasan un sueño y alimentan  la esperanza.


     En sus manos, la ausencia deja de ser un agujero definitivo para  convertirse en una zona fértil, donde es posible hilar un futuro en ese frío amanecer de cada día.


Albers, A. (1965). On Weaving. Wesleyan University Press.






VIDEOS


Entrevista a Adriana Sibio y Ester Szlit


DESHACER  LA AUSENCIA: CRÓNICAS DE UN DEVENIR


Compañeras del Comedor Las Guerreras


miércoles, 8 de octubre de 2025

"Inventarios, crónicas y mapas textiles"

 

"Inventarios, crónicas y mapas textiles"

 

El entusiasmo de Emilia, contagia. Con ella vamos mirando, espiando y descubriendo ese mundo que les permitió y permite a muchas mujeres armar sus existencias alrededor de las telas. Telas que tiene un valor que va más allá de lo funcional y práctico. Valor que se anuda con la creación, el arte, los sentimientos que puntada a puntada cosen la vida.

 Emilia recorre el acopio y la organización de los materiales textiles, como los llama. Materiales textiles que esperan pacientemente ser reutilizados en los talleres de modistas y las costureras del barrio. Barrio de Balvanera.

Materiales textiles que representan la vivencia,  la memoria, el trabajo y la identidad de quienes habitan esos espacios.

 Emilia nos habla de un reconocimiento a las trabajadoras textiles de Balvanera, que no es sólo un tributo, es una reflexión sobre el valor de los oficios, de lo que se guarda y de lo que se reutiliza.

 Emilia nos invita a ver con nuevos ojos esos objetos cotidianos y a entender que en las manos de una artesana, de una trabajadora, un simple retazo de tela es el registro de un recorrido histórico sobre los oficios  sobre el trabajo y la vida de las modistas y costureras.

       Emilia nos ha llevado fogosamente mostrándonos y, puntada a puntada se armo el iceberg de los retazos, de lo que queda. El iceberg que da cuenta de lo que no está presente, porque ese trozo nos dice que de él salió una manga o de aquel una solapa. Puntada a puntada cosen la vida,  a mano o a máquina con la paciencia, el arte y la constancia que sólo las mujeres, estas mujeres artesanas aplican.

Los hilos, las telas, agujas, trabajo, independencia, lucha. Historia de mujeres





Youtube Museo de la Mujer - "Inventarios, crónicas y mapas textiles" 




martes, 7 de octubre de 2025

NATURA NATURANS - NATURALEZA QUE CREA

 

NATURA NATURANS - NATURALEZA QUE CREA


Encuentro entre Amigas con Maydeé Arigós y Débora Dricas

En los cuadros de Débora donde la  naturaleza se refleja desde el exterior donde la naturaleza surgir de nuestros más recónditos sentimientos a fundirse con el follaje.

El cuerpo el medio. Atravesado. El cuerpo. El medio. Mimetizado. El cuerpo como territorio y el territorio que se mimetiza con el cuerpo.

Maydeé rodea con sus corazones y nos interrogan a cada paso. Corazón para qué? Corazón cómo? Corazón por qué? El cuerpo es corazón.

El cuerpo para sufrir, gozar, callar. El cuerpo. El cuerpo el color el sincretismo invadió la atmósfera.

La obra toda  hablo, desde el dolor, la dulzura, el olor, los colores, la vegetación.

La sala estuvo repleta de preguntas sobre las técnicas, las motivaciones, las artistas

Las tertulias. Las tertulias  hilos con el cual se cosen las esperanzas y los sueños mientras se intercambian miradas, sensaciones. Mientras tejen el presente con lanas del pasado.

La sala repleta. El bullicio y el silencio se codeaban para hablar y escuchar a las artistas.

La tarde se nutrió de cuerpos, de almas, el Museo abrazó la calidez y fue refugio.


 El cuerpo como territorio simbólico (Adriana Gaspar)

 El cuerpo es la primera morada, nuestro propio hábitat, nuestro soporte físico y emocional, con él, transitamos la vida, es quizás el territorio más sensible donde se inscriben las huellas de la alegría, pero también las del sufrimiento. Poner el cuerpo para la vida significa entregarse a la experiencia de existir, asumir el riesgo, ese que nos sacude y a veces nos deja muy vulnerables. El cuerpo no es solo biológico, también guarda recuerdos, es el que resiste, tiene memoria viva.

 

Poner el cuerpo es abrirnos a recibir caricias, permitir que la risa se expanda hasta los huesos. Pero también es ponerlo para el dolor, para el duelo, para ese pesado silencio que nos habita desde épocas milenarias .

 El cuerpo es un lugar de tránsito, pero también de arraigo: es allí, donde  nos encontramos con nosotras mismas, sobre todo cuando la palabra ya no alcanza.

Maydée, pone el cuerpo no solo en su transcurrir cotidiano, también lo hace en sus producciones, su creación textil, allí ese cuerpo adquiere otra dimensión cobra otra forma: el hilo como extensión de las venas, la aguja como latido, la tela como piel, como esas cicatrices que la artista nos muestra en esta serie.

 Por otro lado, la puntada es una respiración profunda y necesaria, es alivio, es volver a armar lo que se rasga, es reconstruir.

Hay un tejido que la artista lo hace suyo, porque la  protege en momentos vulnerables, aunque también la pone a prueba en esa intensidad disruptiva que tiene la vida en lo cotidiano. Todo esto nos conduce  a un gran abrazo colectivo.

 En esa práctica, el cuerpo se prolonga, se proyecta hacia fuera y a la vez se reconoce en cada pliegue, que comienza a recorrernos.

El corazón aparece de forma recurrente en su obra, se entreteje un vínculo directo a partir de esa urdimbre poética que atraviesa a la artista y a la mujer.

Como artista, las obras se impregnan de esa metáforas internas, las ella decide proteger en su refugio interior, en la intimidad de sus emociones, en ese cuerpo que la habita y nos habita.

Poner el cuerpo, implica exponerlo, pero también resguardarlo.

El corazón es un tejido vivo, frágil que se instala en nuestras emociones, nos da lugar a sobrevivir, aunque la vida a veces nos duele y mucho. Allí reside la potencia de crear: cada latido se vuelve resistencia, cada silencio es un llamado a volver a empezar.

El cuerpo se vuelve puente entre las artista y el público. En ese intercambio aparece un lugar para  abrir espacios, revelar las fuerzas poéticas de resistir en cada despertar.

Lo simbólico y lo real se entrelazan: cuerpo, hilo y corazón,  todo se entrecruza en un mismo tejido, el que se empieza una y otra vez.

El cuerpo es en definitiva, un lienzo vivo, donde se bordan relatos, es la pulsión de vida que Maydée nos comparte. Un lugar de resistencia, insisto con esta palabra, es clave en su obra. 

El cuerpo es un  frágil y poderoso territorio, el que oscila entre la sobrevivencia y la creación.

El cuerpo es la primera superficie donde la vida se borda. Allí se inscriben las cicatrices, los abrazos, los sonidos que muchas veces no escuchamos. Poner el cuerpo para la vida es disponerse a habitar esa trama que nos protege, la que a veces nos encierra en un laberinto aparentemente sin salida.

Como dice la poeta Alejandra Pizarnik, “habitar un cuerpo es terrible, porque todo cuerpo es una jaula”. Sin embargo, esa jaula puede volverse también un lienzo o una tela de seda, un espacio de bordado, de memoria, de resistencia y hasta de libertad.

El arte textil ha acompañado históricamente a las mujeres como una forma de trabajo invisible, pero también como un lenguaje silencioso y poderoso. La tela, los hilos, los tejidos, fueron soporte de muchas cosas de las que no se hablaba y esto se fue  transmitiendo a través de los siglos.

Hoy el bordado es escritura viva, es narrar historias, es concedernos la capacidad de hablar, de no callar más.

Poner el cuerpo es un gesto casi sublime. La materialidad en lo textil es prolongar nuestra piel en la tela, en nuestro propio cuerpo, es casi una extensión de la vida. Como afirma Silvia Federici, “el cuerpo de las mujeres ha sido siempre un terreno de disputa, un campo de batalla”. Bordar ese cuerpo, es comenzar a ganar la batalla, es recuperar un territorio propio y necesario a la vez.

El corazón en la obra de la artista aparece como un nodo central en esta trama,  es símbolo político y poético. Late con fuerza cuando elegimos permanecer, y se fatiga cuando la vida se hace insoportable. Sin embargo, aún en su fragilidad, el corazón resiste. Es nuestro sostén ( no puedo evitar involucrarme), es ese que arma nuestra cartografía, donde se inscribe nuestro propio mapa, involucrando esos espacios  inhóspitos, los que propician otro sitio  para una nueva morada.

Los hilos construyen ese gran hábitat donde las producciones cobran una presencia sólida, aparecen en su obra como una entramado donde se develan figuras, algunas casi imperceptibles, pero allí están sus seres, los que la acompañaron durante décadas y aún dicen: Presente!

El bordado se convierte en un acto político y poético a la vez: político porque recupera una práctica históricamente relegada al ámbito doméstico y la transforma en arte y denuncia; poético porque en cada puntada se abre un espacio de encuentro  con la memoria viva, no sola la de la artista, sino también las de muchas mujeres que quedaron atrapadas en un lugar que no deseaban,  porque el motivo era adoctrinarnos.

Maydée, sin embargo, transformó ese destino, habitó otro territorio, el  que la fortaleció, la hizo crecer, rompió los mandatos patriarcales y armó su propia agenda de vida, en la que ella sí, pudo elegir. Este es el mensaje más potente que la artista  transmite a muchas mujeres, más allá de la poética de su obra que es indiscutible.

 

Entrevista a Débora Dricas (Artista Visual)


Entrevista a Maydée Arigós (Artista Visual)



NATURA NATURANS - NATURALEZA QUE CREA


 

domingo, 10 de agosto de 2025

ESTOY AQUÍ

 
Estoy aquí
Muestra de Chary Hilú

“Estoy aquí”,  es el enunciado que Chary Hilú, le otorgó a su muestra. Un montaje particular con materialidades que pueden ser habituales para una obra de arte contemporáneo, pero que en esta ocasión, esa materialidad es utilizada conceptualmente para potenciar el  horror que la artista quiere transmitir. Chary, nos habla de cómo es vivir en la calle, la triste cotidianidad  en nuestra Argentina.

¿Es la calle un lugar para vivir? Grita tras cartones.

Estoy Aquí ¿Me ven?

Fue una tarde fría  la que compartimos con la artista, en uno de los  Encuentros  de Amigas, escuchando la voz a veces trémula de Chary, mirando los ojos de Chary  Un encuentro con muchas amigas que casi no dejamos hablar a Chary, porque la movilidad que su muestra nos produjo se expresa por sí misma, en una tarde a borbotones donde la angustia se escapaba con las palabras de las bocas de cada una. Metiéndonos en la piel del invisible, la visión  del invisible acurrucado en el escalón de una entrada.

Su muestra es un retrato de lo que sucede en la sociedad en la que estamos inmersos. Los llamados invisibles, son los que sufren  el frío, el hambre. Los que ya no pueden resistir más.  Sus cuerpos paralizados  habitan las calles de la ciudad y la adoptan como su hogar, reforzando así, el abandono y la desnudez del alma, de quienes residen en las veredas de Buenos Aires. Familias enteras intentan sobrevivir al frío, revolviendo la basura para poder comer y esto es solo un fragmento de lo que Chary narra en sus imágenes. Una narrativa desesperante, que nos duele y le duele, que los Visibiliza, son  sus vecinos. Porque están allí, en el umbral de su casa, en la puerta de un local cercano de su barrio, en el banco de la plaza. 

Son los olvidados, esperando un plato de comida caliente o simplemente un trozo de pan. Familias enteras adoptaron  la calle como vivienda, con el recuerdo, quizás, de esa casa que alguna vez tuvieron.

Cuerpos fantasmagóricos que deambulan a la deriva cubiertos de viejas mantas. Cuerpos por la ciudad pidiendo un gesto de complicidad “Aquí estoy”.

La artista, nos interpela, nos sacude. Cada espacio del Museo está habitado por  la melancolía, la soledad y el abandono de esas camas hechas con grandes bolsas, las que están rodeadas de cajas de cartón. Y nos habla del cartón. Y nos habla del medio ambiente. Y nos habla de los invisibles ¿O habla de nosotras?

Mientras conversábamos  bebíamos una taza de café caliente, nos fuimos de allí con mucho  dolor, porque aquel día muchas personas carecían de un tazón de té, un caldo o algo que les quitara el frío intenso que padecían en sus cuerpos.

Chary, no se detiene, nos pide a gritos que no naturalicemos esta situación. Nos convoca a la reflexión,  por eso su texto termina con una pregunta ¿Es la calle un lugar para vivir?


YouTube Museo de la Mujer



jueves, 24 de julio de 2025

SOSTÉN

 SOSTÉN

Muestra de Sandra Botner

Encuentro entre Amigas,  Cálido encuentro, cálida tertulia, donde Sandra nos lleva entusiasta y generosa a los entretelones de su obra SOSTÉN. “El cuerpo como sostén de los órganos, la tierra como sostén del cuerpo…” Sandra Botner -  Instagram

     Nos hace percibir que no explora con la distancia  de la anatomía, sino desde la cercanía de la piel, por eso,  teje, dibuja, borda, zurce, sutura los órganos con la delicadeza de quien navega un mapa desconocido. Sus obras no son solo representaciones, sus obras  son invitaciones a habitar, aunque sea por un instante, la complejidad de lo corpóreo. No hay en su arte una definición cerrada, sino una apertura a lo que el cuerpo es: un entramado de sensaciones, de memorias, de pulsaciones silenciosas.

Recorremos con ella cada fibra, cada hilo, cada superposición de material parece responder a una escucha profunda de las resonancias internas del organismo. Las texturas que emergen en sus piezas son un lenguaje táctil que nos habla de la suavidad de la piel, la aspereza de ciertas superficies internas, la resistencia o la fragilidad de los tejidos.


      Oler la ternura. Las formas a modo de esculturas blandas le conceden a cada órgano el aire necesario para estar allí,  en aquel espacio que la artista eligió como: su cuarto propio, donde cada pieza es un pequeño y gran rompecabezas, ese con el que Sandra nos sorprende. Lo lúdico evoca antiguos relatos cargados de ternura, la que emana de  los distintos fragmentos de su obra, ella nos invita a reflexionar y a vincularnos. Cada pieza se nutre del oxígeno qué se expande en ese develar íntimo de sus producciones.

Botner va hilvanando las miniaturas qué conforman esas minuciosas partes, ellas  le conceden el origen a cada pieza  que constituye su hábitat en la sala del Museo.

Confiar ha sido una palabra recurrente en los labios de Sandra, confiar, sostener, abrir. Así, invita a dos artistas a compartir su territorio, su  espacio sagrado, donde cada partecita de sus producciones legítima su propia historia. La confianza,  la amalgama creativa, la comunión de sentimientos y estética entre ellas nos permitió comprender un sentido más profundo aún de lo que ya de por sí su obra nos transmitía.

         La generosidad es un acto de vida en el mundo de la cotidianeidad.  Sentimos que la obra se sumerge en lo poético para  comenzar a sanar las viejas cicatrices de esos cuerpos que siguen allí, esperando ese aire fresco en cada  nuevo despertar.

 Toqué los órganos de seda y salió mi corazón a borbotones, un
hilo de aire se hizo fibra, redondeles minúsculos, circunvoluciones tan reconocibles que asombra. 
El recorrido es un envoltorio que desnuda, un espejo volátil frente a un cuerpo que camina por un trazo, una puntada sin hilo, un trozo de lo que antes fue colores. Un cuerpo de obra que nunca toca el suelo, charquitos en hilera que son una ilusión de peso, de querer flotar y tener que quedarnos”, Fragmento de  Cecilia Nazar. julio 2025













sábado, 28 de junio de 2025

Vestigios de un Paisaje

VESTIGIOS DE UN PAISAJE

Muestra de  Adriana Lugones

 Abre un diálogo  de la naturaleza con lo poético, lo artístico y la artesanía 


En la exposición nos encontramos conceptualmente con tres palabras fundamentales para concebir el acto creador de Adriana Lugones: Búsqueda, ConstrucciónIdentidad, ambas, constituyen  una  tríada sustancial en el campus visual y conceptual de la muestra. Los mapas ofician  como un corpus esencial, los que  dan cuenta de un aspecto fundamental en la obra y la vida de Adriana, lo territorial y la importancia que la artista le otorga a ello, genera el nudo central en su obra. La artista nos relata a partir de  sus imágenes un campo de transición entre lo material y lo simbólico, donde los paisajes orgánicos-abstractos funcionan como fragmentos de un mundo que no es del todo externo ni interno, sino una síntesis poética entre ambos. Las obras nacen de la reconstrucción de materiales cotidianos, en un gesto que recuerda al arte como alquimia: lo banal se transmuta en signo, lo funcional en evocación.

El uso de texturas, transparencias y colores terrosos que nos posibilita  los saquitos de té, son parte de su ceremonia espiritual y artística, la que oficia como un acto evocador. Estas elecciones cromáticas y táctiles anclan la obra en una poética de la tierra y de lo efímero, lo que refuerza la dualidad entre fragilidad y resistencia. Hay en ello una tensión constante entre lo que se deshace y lo que permanece, entre lo vulnerable y lo tenaz: metáfora de la condición humana y de las estructuras emocionales que sostenemos.

Lo artesanal aparece como un acto de presencia: la huella de la mano, el ritmo del hacer lento, el tiempo contenido en cada pieza. Este aspecto dialoga con lo visual y lo poético, abriendo un espacio para la contemplación y la introspección. No se trata de representar el mundo, sino de crear un universo íntimo e imaginario que trasciende lo personal y resuena en lo universal como esa identidad expandida entre su lugar de nacimiento, sus orígenes familiares y el lugar que ella elige para vivir un presente de luz, donde el hecho artístico es parte de su transcurrir diario.

Cada obra se convierte así en una suerte de microcosmos: paisajes que no ilustran, sino que invitan a ser habitados con la mirada,  con la memoria, con el cuerpo. En este cruce entre lo concreto y lo abstracto, lo real y lo onírico, el espectador se encuentra frente a una experiencia  sensible y poética, lo que sintetiza la obra de la artista.






Entrevistas a Adriana Lugones por Adriana Gaspar

                      Entrevista 1:   https://www.youtube.com/watch?v=BaVGIo-uhq8&t=12s

                     Entrevista 2:  https://www.youtube.com/watch?v=wJYJ4if-FVI


viernes, 30 de mayo de 2025

#HARTAS. El Poder del Artivismo Feminista

 

Todos no podemos avanzar si la mitad de la humanidad va por detrás.

           Malal Yousafzai 

 


#HARTAS
. El poder del artivismo feminista, de Sandra Fodor (SaFo) de Barracas, cómo a ella le gusta reconocerse.

 Su propuesta implica habitar un territorio que ruge en el amanecer de cada día. El relato que narra en su obra, se entrelaza con ese clamor de furia que nos propone la artista desde el artivismo que ella ejerce en su cotidianeidad. Sandra nos  pone en alerta, no quiere que estemos ajenas a un mundo que nos es hostil, ese, que sobrevuela sobre nuestros cuerpos. Un alarido nocturno nos invita  a ser parte de su lucha, la que también la hace nuestra.

La materialidad  co-protagoniza su obra, junto a una narrativa conceptual qué ejerce el poder sobre cada uno de los fragmentos que conforman los distintos elementos de su obra, esos que se entrecruzan entre la debilidad y la fortaleza.

En su universo, la justicia y el arte, son parte de esa convivencia íntima, diaria, la que implica por un lado, ejercer la Ley, haciendo respetar nuestros derechos y por otro lado, adoptar el arte como portavoz de la realidad en la que ella y nosotras ya estamos inmersas.

 El mosaico es su fortaleza, los hilos y las telas parecen  deshacerse, desarmarse, en el fluir de esas miradas penetrantes que intiman, buscando una voz que las contenga, que nos contenga.  La materialidad se tensan pero las costuras no se deshilvanan, por el contrario, se fortalecen. La artista nos presenta una intensa variedad de soportes, desde objetos, dibujos, instalaciones, esténcil, videos, en todo ello se entreteje ese poder del artivismo feminista.

 La palabra #HARTAS oficia como un acto desgarrador, como un sentimiento de cólera que nos une, por eso, SaFo, no invita a dejar un mensaje: De qué estamos HARTAS?

 Aquí la artista nos involucra, ya no somos observadoras pasivas,  somos parte de su lucha.

El artivismo, como práctica feminista, nos propone  una herramienta sustancial para la transformación social y la lucha por la igualdad.

Buceando en la historia son varias las voces que vienen luchando, invocado a la reflexión sobre el poder del arte como herramienta para lograr un cambio, incentivando la apertura de espacios de resistencia y acción política. Si todo sujeto es político y su accionar es parte de ello. #HARTAS, es un ejemplo para potenciar nuestra lucha, la que ya está marcada a fuego, no sólo en su ADN, también en el nuestro.


“Pañuelos por la memoria"